miércoles, 21 de octubre de 2009

Neumonía lobar



En medicina, la neumonía lobar o segmentaria es un tipo de neumonía caracterizada por lesiones de todo un lóbulo o un gran segmento del pulmón y, por lo general, afecta o compromete a todas las estructuras pulmonares de la región afectada. Se nota una matidez a la percusión de la zona, así como un característico soplo tubárico a la auscultación que recuerda el sonido al soplar sobre el pico de una botella vacía. En la radiografía del tórax, se percibe consolidación segmentaria del lóbulo pulmonar.El microorganismo más frecuentemente asociado a una neumonía lobar es el neumococo, causando cerca de un 80% de los casos. En pacientes con neumonía adquirida en la comunidad, la causa más frecuente de neumonía lobar son bacterias Gram positivas, mientras que en pacientes hospitalizados con neumonía nosocomial, el organismo más frecuente es la Klebsiella pneumoniae y la Pseudomonas.





El aire llega a nuestros pulmones a través de la traquea, que al final de la misma se divide en dos ramas: los bronquios. Éstos a su vez se dividirán en los bronquios secundarios (tres en el pulmón derecho y dos en el izquierdo) y éstos a su vez se dividen en una serie de pequeños sacos aéreos llamados alveolos, y que son los encargados de llevar el oxígeno a la sangre. Pues bien, cuando los alveolos se ven afectados por una infección, es cuando podemos hablar de neumonía. Dicha infección provoca que los alveolos se llenen de moco, produciendo una congestión que afectará gravemente a la respiración.
Existen dos tipos de neumonía: la neumonía lobar y la bronconeumonía.
La neumonía lobar, como su nombre índica sólo afecta a un lóbulo del pulmón, y es producida por el neumococo, aunque en la actualidad está prácticamente erradicada en los países desarrollados, no siendo así en los menos favorecidos. Su característica principal es la fiebre muy alta, tos y dolor al respirar, siendo habitual igualmente que la inflamación se extienda a la pleura.
Mientras que la bronconeumonía puede originarse con diversos organismos, aunque el más habitual son las bacterias. Es fácil que una bronconeumonía se origine después de haber sufrido un resfriado o una bronquitis, siendo los niños, los ancianos y los pacientes crónicos de diversas enfermedades como el asma, la diabetes o las cardiopatías los más predispuestos a padecerla. La bronconeumonía afecta a diversas zonas poco extensas de los pulmones y sus principales síntomas son: fiebre, sudor, escalofríos, tos seca o acompañada de esputos (verdes o amarillos) que en ocasiones pueden contener sangre, sensación de ahogo, dolor pectoral y una ligera coloración azulada en los labios o las puntas de los dedos. Aunque puede ser considerada una enfermedad grave, remite bien con el tratamiento adecuado, siendo la recuperación más o menos rápida en función de la edad y del estado de salud anterior del paciente, por eso es conveniente que las personas mayores y los enfermos crónicos sean vacunados contra el neumococo y la gripe, principales causantes de la bronconeumonía.
Aunque no olvidemos que la neumonía también puede ser causada por un virus u otros organismos, así como por un carcinoma bronquial u otras alteraciones bronquiales crónicas. En caso de infecciones severas puede haber riesgo de pleuritis o de absceso pulmonar.
Respecto al tratamiento, el más eficiente será llevado a cabo basándose en antibióticos y expectorantes, siendo en ocasiones aconsejable la visita al fisioterapeuta, quien se asegurará que las secreciones infecciosas del pulmón se dirijan hacia arriba para que la zona afectada pueda llenarse de aire correctamente durante la respiración. En el caso de neumonía lobar, ésta es tratada con penicilina. En cualquier caso, el reposo y la ingesta abundante de líquidos (agua, zumos, infusiones, etc.) resultará fundamental para una pronta y correcta curación.
















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